domingo, 10 de octubre de 2010

"Mi querida Hija":


Te debo esta carta desde el día que cumpliste quince años, desde el día que empezaste a ser un poco mujer, porque mujer no serás hasta que hayas aprendido a vivir, hasta que te sepas capaz de hacerle frente a la vida por ti misma, hasta que te sientas con fuerzas para resolver tus problemas y guiar tus actos por ti sola, que sepas decidir qué debes hacer y qué no debes hacer, hasta que adquieras la valentía para perder las cosas más queridas, afectos, bienes y seguir viviendo, y ser feliz a pesar de todos los infortunios, porque habrás aprendido a ser mujer. Cuando llegue ese día, mi hijita amada, seré feliz también porque sabré que podrás seguir sola tu camino, que nada necesitarás de mi ni de tu madre, que nuestra tarea estará cumplida, que hemos creado un ser que no solo existe sino que vive.
… quisiera más que estar contigo en este tiempo en que esperas a formarte en que verás tantas cosas para ti nuevas, en que comenzarás a conocer lo que es el mundo, las pasiones humanas, las ambiciones, los egoísmos y también las noblezas, los afectos, en fin los valores y las flaquezas que hacen a cada hombre, a cada mujer, y que tienes que aprender a conocer e interpretar, no para huirles sino para que sepas conducirte y gobernarte y acertar en tus decisiones y en tu conducta.-
Quisiera estar contigo para guiarte y protegerte, pero ya que ello no es posible tengo que hacerte llegar mis pensamientos y mis palabras esta vez y todas las que tenga algo que decirte o que tu acudas a tu padre en busca de consejo o de protección.
Acostúmbrate a lo simple, a lo sencillo, tanto en lo material como en lo espiritual. La diversidad de inventos maravillosos de que gozamos, las comodidades y los lujos que nos permite disfrutar el progreso extraordinario de nuestra civilización, nos van haciendo el ánimo a la idea de que no podemos vivir sin una serie de cosas materiales que creemos indispensables, y corremos y nos esforzamos por obtenerlas, nos desgastamos, sacrificamos afectos por alcanzarlas, olvidando que lo material existe para servir al hombre y no al contrario. Recuerda siempre, tú que has sido mi compañero en tantas excursiones, que felices hemos sido con tan poco.
Adquiere el hábito de no vincularte a las cosas. No guardes más objetos que los que tengan un valor real, bien sea natural o representativo de valores intelectuales o afectivos. Líbrate de todo lo físico que puedas, y verás que te sentirás más libre para moverte, porque no tendrás que preocuparte por las cosas y tendrás más tiempo y más capacidad para vivir.-
Aprende una profesión. Sé alguien, ocupa un lugar en el mundo. Ahora tienes muchos amigos, muchos admiradores, porque eres bella, porque tienes el encanto de los quince años; pero con el correr de los años todos tus amigos y amigas de hoy adquirirán compromisos familiares, sociales, profesionales; sus mentes madurarán, y pronto verás que son otros valores, otras virtudes las que cuentan para tener y conservar un lugar propio en la vida en sociedad, en la vida civilizada.- Escoge una profesión que te guste, y te diría que elijas una que pueda ejercerse en todo tiempo y en todo lugar, que no esté limitada por barreras de nacionalidad o lenguaje, y apréndela bien, para que la sociedad te necesite y te respete, y sobre todo para que te sientas siempre una persona libre, par que en todo momento, en todas las situaciones, tengas el inmenso respaldo moral de saber que no dependes de nadie para ganar tu sustento, para que el día que te cases y tengas tu hogar propio sepas en lo más profundo de tus convicciones, y lo sepa también tu esposo, que no te debes a él por una dependencia económica sino por amor, porque nada hace más libre a una persona que su independencia económica.-
Aprende a conocer a tus amigos y trata de juzgar hasta qué punto cada uno haría algo por ti en los momentos en que se prueba la amistad, que es cuando hay que sacrificar algo para servir a un amigo. No prodigues tu amistad, pero no la escatimes. Dispénsala en la medida que crees será correspondida y aprende a gozar en el acto de servir a las personas que merezcan tu afecto.-
De poco servirá cuanto pueda recomendarte sobre el amor. El amor no se procura ni se decide, no se gobierna, como otras emociones. Si tu personalidad está firmemente constituida, si tu carácter está bien formado, la elección del compañero de tu vida será acertada. Si precipitas una decisión, que será posiblemente la más importante que hayas de tomar, y por ello interrumpes tu formación y educación, o si no aciertas en tu elección, nunca podre reprocharte, porque estimaré que soy responsable de error, por no haber sabido educarte, por no haber sabido formar tus pensamientos y tu carácter de modo que aciertes en esto tan importante, como quisiera que acertaras en todo. Nada tengo que decirte acerca de las cualidades que habrá de tener el compañero de tu vida. Eso es asunto tuyo exclusivamente, y tampoco prestaría ninguna atención a recomendación mía o de nadie. Solo hago votos porque, quienquiera que sea, te ame y te respete, que tenga las cualidades suficientes para que te sientas feliz y orgullosa de formar con él un hogar, pero sobre todo, y muy especialmente, hija querida, desde el momento en que te cases no podrá haber nadie, absolutamente nadie, que esté en tu corazón primero que tu esposo. Desde ese momento lo primero de tu vida debe ser él; deberás seguirle donde quiera que esté y ser con él una misma persona. Cuando tengas que tomar decisiones, nada ni nadie, ni tus propios padres, deberá anteponerse a la unidad de tu hogar, y si estimas que tu esposo no merece esta conducta de tu parte, es porque no merece tu cariño o no lo amas bastante, y en tal caso toma con valentía la decisión que debas.
Estudia el fondo de las situaciones y de los problemas. Aprende a ver por debajo de la superficie; aprende a conocer qué es lo básico y que es lo secundario o incidental. Esta es la norma más elemental que puedo darte para que seas feliz, y quisiera que la grabaras en tu mente como tienes grabado tu nombre.- Profundiza en el carácter de las personas para que conozcas el verdadero móvil de su conducta. Rige tus actos y tus decisiones por lo básico, lo fundamental, y tendrás menos decepciones y menos amarguras. Pero en los momentos de dolor, en los momentos en que sufras adversidades y decepciones, afróntalas con valentía; no llores porque llorar no remedia nada, y recuerda siempre en esos momentos lo que te dije antes: regresa a lo simple, y veras con cuán poco se puede vivir; empieza a luchar de nuevo, cuantas veces sea necesario, jamás te dejes abatir por un infortunio o por la pérdida de algo querido, porque lo perdido, perdido está. Levanta la cabeza, mira el mundo de frente y lucha. Jamás te avergüences de nada que hayas hecho; piensa siempre que nadie te pueda recriminar tiene el corazón más limpio que el tuyo.-
Nos separa ahora, y no sé por cuanto tiempo, una distancia material, pero tal vez por eso, porque no te veo y no te siento, estoy más cerca de ti y pienso más en ti. Acude a mí, por carta, por teléfono, en persona, como quieras o como puedas, cada vez que me necesites en cualquier forma, ahora y siempre; cada vez que quieras mi consejo, mi amparo, todo lo que esté en mis manos darte, y confía en que siempre estaré a tu lado, siempre estaré contigo, no importa si aciertas o yerras en tus actos, mientras yo viva seré siempre tu padre, en todo el significado de la palabra.-
Conserva esta carta toda tu vida.- Léela de nuevo cada vez que te acose algún problema, cada vez que sientas flaquear tu espíritu. Si algo no entiendes, dímelo y te lo ampliaré, y verás que con el transcurso de los años la apreciaras más y más.-
Te quiero muchísimo, mi hija amada, Tu padre.

Caracas, noviembre de 1959.

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